Sí, soy yo: Ossy. Tengo cuatro años y me gusta observar y pensar...
Los seres humanos me tienen desconcertada. Hacen cosas muy raras. Parece que tienen varias capas de piel, que se quitan y se ponen todos los días. Las sacan de un armario, y casi siempre son de diferentes texturas y colores. La primera vez que vi a mi ama hacer tal cosa, me asusté mucho. No lo entiendo, yo siempre estoy vestida con la misma piel y pelo.
He visto que cuando hace frío algunos humanos se ponen encima una piel parecida a la mía, auténtica pero muerta. Dicen que es símbolo de elegancia, pero a mí me parece una prueba más del atraso intelectual del hombre, una vuelta a la época de las cavernas; la valiosa vida de un animal, malgastada como artículo de decoración.
También sé que compran abrigos de piel de animales que viven hacinados en criaderos, como una alternativa más "humana" frente a las matanzas descabelladas que llevan a cabo los cazadores furtivos con sus armas y cepos. ¡Qué horror!
Imagino a un precioso zorro encerrado en una jaula, donde acurrucado apenas puede levantar la cabeza, y que después de semanas sin poder moverse, sin luz natural, lo vienen a buscar, y le dicen que lo han elegido para hacer un abrigo con su piel, por lo que están deliberando que técnica emplearán para matarlo: rompiéndole el cuello, electrocutándolo, golpeándolo con un mazo en la cabeza, por medio de una inyección letal, o una muerte lenta causada por monóxido de carbono. ¡Qué salvajada! Lo pienso y me entran vómitos y me pongo malita.
Por eso me da mucho miedo cuando algunos seres humanos me acarician y hacen elogios de mi hermoso pelaje marrón.
Menos mal que mi adorada ama sólo se pone encima de su propia piel otras hechas sólo con lana tejida, y está muy guapa. Por eso la quiero tanto.