Cuentos de la escritora Amparo Carballo Blanco

Saturday, January 12, 2008

DIENTES METÁLICOS


¡Ay, ay, ay..! Algo me muerde en una pata y no me suelta. No puedo soportar el dolor: aullo, lloro, babeo, tiemblo, me hago pis, lanzo mordiscos, no puedo levantarme..., soy un ovillo de pelos y dolor. ¡Ay, ay, ay..! ¿Qué pasa? ¿Por qué me hacen tanto daño? ¿Quién me castiga así? No entiendo nada.
Mis amos intentan ayudarme cortando con una tijera el arnés, pero los dientes metálicos no me sueltan. Cuando me manipulan me causan más dolor, y yo muerdo fuerte sus manos. Hay gotas de sangre en el suelo. Mi familia humana está muy asustada. Creen que tengo las patas rotas y que la sangre es mía. Llaman mi médico, el veterinario. Como pueden me envuelven en una toalla y mi amo me mantiene inmovilizada, encogida en su regazo, hasta que llega el veterinario con calmantes y anestésia en su maletín. Mi ama es un mar de lágrimas, está muy nerviosa. Dice llorando: "¡Mi pobre perrita, mi pobre perrita!" El veterinario le ordena que salga de la habitación. Entonces él me libera de los terribles dientes que me mordían en el talón de Aquiles. Después me pone en el suelo..., y yo tan contenta. El dolor ha pasado. Mis cuatro patas están enteras. No tengo lesiones. El vererinario es un tipo genial y cariñoso, me da una golosina y tranquiliza a mi familia humana:" Ya está, no era nada."
Mi ama sigue llorando: ahora de alegría porque no tengo heridas. Me coge en brazos y me achucha.
¿Qué pasó? Pues que como tengo el pelo tan suave, al hacer un giro raro para rascarme la barriga, me salí del arnés. La cadena se enroscó en una patita trasera, y el mosquetón se enganchó fuertemente en mi fino talón de Aquiles. Inexplicable accidente. ¡Maldito mosquetón!
Lamento haber mordido los dedos de mis amos. Pobres. Pero fue sin querer. ¡Perdón, perdón, perdón..! Sé que ellos entienden que yo era todo dolor. Les di un buen susto. Los tres pasamos un mal rato. Ellos me quieren mucho. Yo los adoro.